miércoles, 14 de agosto de 2013

Nosotras, doulas.

Parece que, después de tanto tiempo, volver a sacar un artículo con este título pudiera ser dar un paso atrás y volver a los inicios. Pero lo cierto es que no queremos hablar de lo que hace o no hace una doula, sino con qué o con quién nos identificamos como doulas.

Porque viendo cómo está la situación en nuestro país, viendo qué se defiende y cómo se defiende, viendo cómo algunas formaciones traicionan a sus propios códigos éticos, y de paso, todo lo que nosotras creemos y defendemos, no podemos callar.

En plena caza de brujas, es necesario pararse y reflexionar sobre qué y cómo lo estamos haciendo, qué y cómo queremos seguir haciéndolo, qué y cómo decimos lo que hacemos y, sobre todo, qué y cómo decimos lo que no hacemos. Y si hace falta, trazar un límite. Porque el hecho de llamarnos doulas no quiere decir que tengamos que  aceptar  todo lo que hacen y dicen quienes puede que también se llamen, a sí mismas, doulas. Y es que llegadas aquí, parece que en España, ser doula puede ser muchas cosas, algunas de ellas incompatibles entre sí. ¿Qué hacemos entonces? ¿Cómo explicar lo ya explicado hasta la saciedad? ¿Cómo contar lo que es una doula, lo que hace una doula, si los aspectos teóricos parecen estar más que claros para propias y extrañas pero en la práctica cada una hace lo que le parece?

Tal vez sea el momento, entonces, de desmarcarse. No se trata de la verdad. Ni de tener razón. Se trata simplemente de definir quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos algunas doulas, o al menos las doulas que nosotras somos. Y nosotras sólo acompañamos, no hacemos nada, no buscamos nada, no aplicamos terapias de ningún tipo, ni alternativas ni tradicionales. No recomendamos a las mujeres un tipo de parto, ni un tipo de lactancia, ni un tipo de alimentación. No somos pediatras de urgencia. Ni matronas frustradas. Ni psicoterapeutas vocacionales. Ni chamanas. Ni brujas. Nuestra manera de entender la vida, la religión, la espiritualidad es algo de nuestra vida privada que nada tiene que ver con acompañar a las mujeres como doulas.

Puede que haya a quien le parezca poco. Que con estar no se arregla nada. Y que además tenemos la desfachatez de cobrar por ello. A nosotras nos parece que estar y sólo estar es dificilísimo. Que convertirse en un simple espejo es el reto. Algo que sólo devuelve la imagen real de lo que hay. Ya verá la madre qué quiere hacer con lo que ve. ¿Quiénes somos nosotras para decirle que está despeinada?

Nosotras, como doulas, esto es lo que ofrecemos. Nada, absolutamente nada más.

martes, 11 de junio de 2013

Del dicho al hecho...

"Nos gustaría también dedicar una reflexión al hecho de cómo compaginar la práctica del acompañamiento con otras terapias (reiki, reflexología, masajes, yoga, etc.). Desde nuestro punto de vista, nada de esto es necesario para convertirse en doula, ni siquiera lo consideramos un valor añadido. Son, simplemente, otras herramientas que una doula puede conocer para profundizar en sí misma, pero no para desarrollar su labor de doula. Ninguna de esas terapias sirve en realidad para ser doula, ni siquiera para ser mejor doula." La maternidad acompañada, Editorial Ob Stare, 2013, pág. 31

Leamos por donde leamos, miremos por donde miremos, en general hay un acuerdo bastante unánime sobre este aspecto en casi todas las asociaciones y colectivos de doulas. Parece ser un consenso mínimo al que hemos llegado. Ahora bien, ¿es este consenso real o se trata más bien de un discurso aprendido, poco integrado en la realidad del hacer de las doulas en este país? Porque lo cierto es que, si está realmente entendido y comprendido este punto, ¿cómo se explica el contenido de la mayor parte de las formaciones para doulas? ¿Cómo se justifica que casi todas las formaciones incluyan (cuando no tengan como base del programa, directamente) métodos terapéuticos, herramientas de curación y sanación, conocimientos sobre medicinas alternativas, etc.? 

Creemos que, como profesión, nos toca hacer un profundo ejercicio de reflexión y ver qué es lo que estamos diciendo que hacemos y qué es lo que estamos haciendo realmente. Y una de dos, o cambiamos lo que hacemos o cambiamos el discurso, pero ahora mismo la realidad es que muchas de nosotras no estamos siendo honestas.

lunes, 3 de junio de 2013

La situación de las doulas en España

Con motivo de un sorteo de 10 ejemplares del libro "La Maternidad Acompañada", El Correo del Sol publica unos párrafos de nuestro libro.  


Actualmente en nuestro país podemos decir que el trabajo de las doulas, su papel en el acompañamiento a la maternidad, es aún desconocido. Nos llegan informaciones, artículos en diferentes publicaciones, leemos experiencias de madres que han contado con el apoyo de una de ellas, pero, realmente, ¿sabemos qué es una doula? Las personas que no están vinculadas profesionalmente a la maternidad por regla general no las conocen, o simplemente les suenan, o solo las asimilan a otras profesiones que, si bien pueden tener su ámbito de actuación también en la maternidad, no son, bajo ningún concepto, lo mismo, como matronas, terapeutas, puericultoras, etc.

Desde hace más de diez años existen en España mujeres que trabajan como doulas, y su número va en aumento, sobre todo en los últimos tiempos. Muy posiblemente en todo ello tenga que ver una nueva conciencia de un sector de mujeres hacia el embarazo, el parto y la maternidad en general. Tal vez en este país una doula sea una figura necesaria para muchas mujeres que buscan una atención diferente que no encuentran en otros sectores. Tal vez sean las mismas doulas las que sienten esa necesidad, o las mujeres que piensan en hacer de esta su profesión.

Pero ahora mismo, ¿qué es una doula en España? Es una mujer, que habitualmente ya ha sido madre, que ofrece su acompañamiento a otras mujeres en el camino para ser madre a su vez. Pero, en realidad, las doulas son figuras «invisibles» para la sociedad, refiriéndonos a la sociedad del intercambio, la sociedad de los títulos universitarios y la formación reglada. No figuran dentro de ningún epígrafe en el sector de autónomos, se trata de una corriente subterránea; si nos limitamos a hablar en términos económicos, no existen. Simplemente. En la actualidad, y quizás debido a la creciente inquietud por buscar otras salidas, otras maneras de vivir la maternidad y sus procesos vitales, encontramos en nuestro panorama diversos cursos de formación, diferentes programas con variados contenidos. Pero lo cierto es que no existe formación homologada, no existe titulación alguna que pueda avalar una unificación de criterios, una preparación mínima ni una forma de trabajo homogénea.

Las asociaciones estatales que existen aún no logran aglutinar a un número representativo de mujeres dedicadas a esta profesión. Las doulas no figuran en ninguna parte, parece que lo que hacen no es un trabajo. A día de hoy, en nuestro país, la mayoría de las doulas trabaja de forma aislada, o dentro de una asociación local. Si bien se aprecian más intentos de asociacionismo que años atrás, la realidad sigue siendo que, aparte de las mismas asociaciones que ofrecen una formación privada, las doulas trabajan en solitario, y cada una de ellas controla, gestiona y organiza su propia labor. Actualmente, sin embargo, existe la Asociación Española de Doulas, de reciente creación, que busca trabajar en este sentido, profundizando en la estructura, calidad y unificación de las formaciones y criterios para la profesión.

Pero, hasta que eso ocurra, no existe una estructura de apoyo a las doulas donde poder consultar las posibles dudas u obtener apoyo en caso necesario, ni tan siquiera donde homogeneizar las tarifas o los criterios de trabajo. Al mismo tiempo, esta situación tiene la ventaja de que cada cual construye su propia forma de actuar, se autogestiona y se organiza de la manera que cree mejor y más ventajosa para ambas partes a la hora del intercambio con la madre. Sin embargo, lo cierto es que esto trae como consecuencia una falta de apoyo y asesoramiento y, de cara a la mujer que solicita un acompañamiento, la deja también sin apenas herramientas para saber si la doula a la que se dirige está suficientemente formada o si realiza su labor de manera adecuada. Algunas mujeres que buscan una doula no saben muy bien qué es lo que quieren recibir de ella, y tal vez para ellas cualquier doula sea suficiente. Pero también puede darse el caso de que a consecuencia de la falta de formación reglada, de homogeneización de criterios de trabajo, etc. nos encontremos con doulas que realmente no poseen la formación necesaria para llevar a cabo su trabajo, o lo hagan de una manera poco adecuada desde el punto de vista del acompañamiento. 

Sin embargo, a su vez, la falta precisamente de una entidad u organismo que regule el trabajo de las doulas permite una personalización del trabajo que en muchos casos facilita la adaptación de la relación de acompañamiento a las necesidades de la madre. Cada doula improvisa, se organiza y se gestiona con total libertad, lo cual no deja de tener sus ventajas. Pero también es ella misma la que decide si está preparada y formada para realizar su labor, lo cual no deja de entrañar sus peligros.

Conscientes de esta situación, las asociaciones locales tratan de suplir esta falta unificando criterios de actuación mediante códigos éticos que sus doulas se comprometen a acatar en el ejercicio de su labor. Pero, en cualquier caso, las propias asociaciones no se comprometen a verificar y sancionar en caso de no respeto a las normas del código y mala praxis, ni ofrecen a las mujeres vías de reclamación reales y efectivas.


jueves, 30 de mayo de 2013

¿Ya tienes doula?


Empezamos este blog analizando un fenómeno que nos preocupa. La tendencia a convertir a la doula en un bien más de consumo, en un "plus", un "artículo" que toda embarazada debería tener... igual que la bañera o la cuna, la crema antiestrías, el carrito o el portabebés.

Y no. Eso no es una doula. No podemos hacer de un vacío, de una necesidad que debería estar cubierta por el sistema sanitario y sus profesionales, un sillón en el que acomodarnos. No podemos aprovechar ese vacío para echarnos flores y ponernos medallas, para creer que todo depende de nosotras, y que las mujeres nos necesitan más que a sus propias parejas o familias. Las doulas debemos seguir siendo una alarma, un signo de que algo no está bien, de que hay algo que hacer y solucionar... e intentar solucionarlo, no perpetuarlo convirtiéndonos en otra necesidad de la mujer, en otro bastón, en otra muleta más sin la cual estarán incompletas, sin la cual no podrán encontrar su propio camino.

Pero sucede que convertirnos en esa necesidad es algo muy atractivo. Muy seductor. Porque desarrollar una profesión que debería no existir es duro, y es incluso contradictorio. Pero es lo que debería ser.

Y no sólo es atractivo; convertirnos en esa necesidad es muy fácil... Nos acercamos a ello cada vez que adornamos nuestro currículum, cada vez que inflamos más y más las formaciones, que añadimos más y más etapas que acompañar, más y más terapias que conocer, más y más herramientas que utiilizar... cada vez que mezclamos nuestra profesión, el acompañamiento en la maternidad, con nuestras creencias y nuestra espiritualidad, con nuestras otras profesiones, estudios o conocimientos. 

Nunca llegaremos a ser una profesión seria, respetada por el resto de profesionales, si no entendemos que estamos aquí para cubrir un espacio que otros deberían estar cubriendo. Nunca podremos ser tenidas en cuenta si hacemos de ese espacio, de ese momento de la vida de las mujeres, un lugar y un tiempo en el que lucrarnos. Porque no olvidemos que hacernos imprescindibles es convertirnos en negocio...  y que no es lo mismo cobrar por nuestro tiempo que inventar un nuevo nicho de mercado. No es lo mismo. O no debería serlo.