Actualmente en nuestro país podemos decir que el trabajo de las
doulas, su papel en el acompañamiento a la maternidad, es
aún desconocido. Nos llegan informaciones, artículos en diferentes
publicaciones, leemos experiencias de madres que han contado con el
apoyo de una de ellas, pero, realmente, ¿sabemos qué es una doula? Las
personas que no están vinculadas profesionalmente a la maternidad por
regla general no las conocen, o simplemente les suenan, o solo las
asimilan a otras profesiones que, si bien pueden tener su ámbito de
actuación también en la maternidad, no son, bajo ningún concepto, lo
mismo, como matronas, terapeutas, puericultoras, etc.
Desde
hace más de diez años existen en España mujeres que trabajan como
doulas, y su número va en aumento, sobre todo en los últimos tiempos.
Muy posiblemente en todo ello tenga que ver una nueva conciencia de un
sector de mujeres hacia el embarazo, el parto y la maternidad en
general. Tal vez en este país una doula sea una figura necesaria para
muchas mujeres que buscan una atención diferente que no encuentran en
otros sectores. Tal vez sean las mismas doulas las que sienten esa
necesidad, o las mujeres que piensan en hacer de esta su profesión.
Pero
ahora mismo, ¿qué es una doula en España? Es una mujer, que
habitualmente ya ha sido madre, que ofrece su acompañamiento a otras
mujeres en el camino para ser madre a su vez. Pero, en realidad, las
doulas son figuras «invisibles» para la sociedad, refiriéndonos a
la sociedad del intercambio, la sociedad de los títulos universitarios y
la formación reglada. No figuran dentro de ningún epígrafe en el
sector de autónomos, se trata de una corriente subterránea; si nos
limitamos a hablar en términos económicos, no existen. Simplemente. En
la actualidad, y quizás debido a la creciente inquietud por buscar otras
salidas, otras maneras de vivir la maternidad y sus procesos vitales,
encontramos en nuestro panorama diversos cursos de formación, diferentes
programas con variados contenidos. Pero lo cierto es que no existe
formación homologada, no existe titulación alguna que pueda avalar una
unificación de criterios, una preparación mínima ni una forma de trabajo
homogénea.
Las asociaciones estatales que existen aún no logran
aglutinar a un número representativo de mujeres dedicadas a esta
profesión. Las doulas no figuran en ninguna parte, parece que lo que
hacen no es un trabajo. A día de hoy, en nuestro país, la mayoría de las
doulas trabaja de forma aislada, o dentro de una asociación local. Si
bien se aprecian más intentos de asociacionismo que años atrás, la
realidad sigue siendo que, aparte de las mismas asociaciones que ofrecen
una formación privada, las doulas trabajan en solitario, y cada una de
ellas controla, gestiona y organiza su propia labor. Actualmente, sin
embargo, existe la Asociación Española de Doulas, de reciente creación,
que busca trabajar en este sentido, profundizando en la estructura,
calidad y unificación de las formaciones y criterios para la profesión.
Pero,
hasta que eso ocurra, no existe una estructura de apoyo a las doulas
donde poder consultar las posibles dudas u obtener apoyo en caso
necesario, ni tan siquiera donde homogeneizar las tarifas o los
criterios de trabajo. Al mismo tiempo, esta situación tiene la ventaja
de que cada cual construye su propia forma de actuar, se autogestiona y
se organiza de la manera que cree mejor y más ventajosa para ambas
partes a la hora del intercambio con la madre. Sin embargo, lo cierto es
que esto trae como consecuencia una falta de apoyo y asesoramiento y,
de cara a la mujer que solicita un acompañamiento, la deja también sin
apenas herramientas para saber si la doula a la que se dirige está
suficientemente formada o si realiza su labor de manera adecuada.
Algunas mujeres que buscan una doula no saben muy bien qué es lo que
quieren recibir de ella, y tal vez para ellas cualquier doula sea
suficiente. Pero también puede darse el caso de que a consecuencia de la
falta de formación reglada, de homogeneización de criterios de trabajo,
etc. nos encontremos con doulas que realmente no poseen la formación
necesaria para llevar a cabo su trabajo, o lo hagan de una manera poco
adecuada desde el punto de vista del acompañamiento.
Sin embargo,
a su vez, la falta precisamente de una entidad u organismo que regule
el trabajo de las doulas permite una personalización del trabajo que en
muchos casos facilita la adaptación de la relación de acompañamiento a
las necesidades de la madre. Cada doula improvisa, se organiza y se
gestiona con total libertad, lo cual no deja de tener sus ventajas. Pero
también es ella misma la que decide si está preparada y formada para
realizar su labor, lo cual no deja de entrañar sus peligros.
Conscientes
de esta situación, las asociaciones locales tratan de suplir esta falta
unificando criterios de actuación mediante códigos éticos que sus
doulas se comprometen a acatar en el ejercicio de su labor. Pero, en
cualquier caso, las propias asociaciones no se comprometen a verificar y
sancionar en caso de no respeto a las normas del código y mala praxis,
ni ofrecen a las mujeres vías de reclamación reales y efectivas.